La peor corrupción del PP no son los mil «puntuales» casos de corrupción, ni los continuos sobres recibidos y repartidos en su sede central por «desinteresados» contratistas.
Es el conjunto de su política, orientada del modo más injusto y cruel, incluso en lo peor de la crisis, a recortar y empobrecer a los más pobres para favorecer a los más ricos, con el fin de que le ayuden a mantenerse en el poder; es decir, una auténtica mafia política. Ahora lo estamos comprobando cuando, para mantenerse en su tambaleante poder, el PP está comprando a la vista de todos el apoyo del País Vasco a los presupuestos estatales.